Durante todo este curso los espacios de formación del programa Interxarxes han estado dedicados a abordar el tema de la violencia. Como suele ocurrirnos, los temas que tomamos como objeto de trabajo, surgen de los casos con los que trabajamos. En esta ocasión, se trataba de un niño de 8 años que presentaba conductas agresivas en la escuela que dificultaban seriamente no sólo sus aprendizajes, sino también la convivencia.
Lo que nos permite tomar un caso para reflexionar sobre un tema, es que podemos abordarlo desde el detalle y aunque parezca una contradicción, es desde el detalle desde donde podemos obtener elementos que nos permitan construir un saber colectivo.
Dijo Freud que el día que los hombres dejaron de tirarse piedras y flechas y empezaron a insultarse, ese día, empezó la civilización. Hoy los hombres no se tiran flechas y el insulto ha pasado a constituir una forma de violencia. La situación en la que están miles de niños como efecto de las guerras y de la inmigración se puede interpretar como un fracaso de la civilización.
Con el interés de vaciar la palabra violencia, excesivamente cargada de contenido y que se aplica a escenarios que tienen muy poco que ver unos con otros, nos propusimos abordar el tema en tres parcelas, en tres campos en los que podíamos observarla: la familia, la escuela y la calle. En la familia, la violencia se enreda con el mal uso de la autoridad y con la dificultad de separación. Recordemos también a Freud cuando decía que, separarse de la familia es una de las tareas más difíciles que tiene que hacer la humanidad.
En la escuela, la violencia surge de la relación con el semejante. El otro me recuerda siempre mi propia carencia, mi propia fragmentación, mi falta de unidad. La violencia en la calle lo que muestra es la dificultad y el problema de la infancia y la adolescencia cuando quedan solos, desorientados y desregulados.
Enmarcados los tres escenarios, invitamos a dos expertos Jorge Tizón y Juan Luis Linares para que nos orientaran en el análisis del fenómeno. Jorge Tizón nos introdujo en el tema a través de la ira, una emoción primaria presente en toda relación que establecemos con los objetos, señalando cómo la ira no puede ser eliminada sino regulada. Juan Luis Linares nos indicó que “no se trata de compadecer a la familia culpabilizando al hijo, ni de culpabilizar a la familia para absolver al hijo”, sino que se trata de comprender bien la situación para poder establecer las responsabilidades que a cada uno le corresponde asumir.
En uno y en otro momento los profesionales pudimos conversar, a través de talleres, sobre la forma y las condiciones como veíamos aparecer la violencia en los sujetos con los que tratamos. Pudimos interrogarnos sobre la relación entre violencia y miedo, entre violencia y judicialización, entre violencia e inmigración, entre violencia y medicalización, por ejemplo, así como sobre diferentes programas que estaban organizando respuestas para tratar esta problemática, como es el caso de: “Famílies en construcció” de Serveis Socials Guinardó-Can Baró, “Violència Ascendent” de la Associació Conexus, y “Menors inimputables” de la DGAIA.
El trabajo que hemos hecho no ha agotado el tema, tampoco lo esperábamos, al contrario, queremos mantener abierto el interrogante sobre todo teniendo en cuenta que hay niños, como el que iniciaba este artículo, que nos preguntan quien le asegura que no se va a quedar “sin comida”, “sin casa”, “sin mamá”. Los mayores sabemos que no hay garantía por parte del Otro, pero un niño tiene todo el derecho de saber cómo vamos a responder como adultos.
Finalmente, hemos tomado uno de estos escenarios, el del maltrato de los hijos hacia los padres y nos hemos planteando si estamos frente a un trastorno o frente a un síntoma. Con esta pregunta hemos organizado el XI Fórum Interxarxes-Diputació de Barcelona, al que os invitamos desde este blog. Més INFO a interxarxes.net.
Lidia Ramírez. Psicóloga clínica y Psicoanalista. Directora de la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona (BCFB). Adjunta a la coordinación del programa Interxarxes
