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La diversidad en la cotidianidad

La falta de respeto, aunque menos agresiva que un insulto directo, puede adoptar una forma igualmente hiriente. Con la falta de respeto no se insulta a otra persona, pero tampoco se le concede reconocimiento, simplemente no se le ve como a un ser humano integral cuya presencia importa.

Sennet, Richard. p. 17, 2003. El respeto. Sobre la dignidad del hombre en un mundo en desigualdad.

Diversos estudios tales como el "Informe sobre la integración de las personas inmigradas a Cataluña en el año 2015" indican que a pesar de los esfuerzos hechos los resultados son preocupantes en cuanto a la integración de los inmigrantes: se insertan mayoritariamente en los sectores precarios de la economía, tienen tasas de paro mucho más altas que el resto de la población; mientras un 16% de la población autóctona está en riesgo de exclusión social en la extranjera este riesgo sube a un 50,5% y en cuanto a los resultados escolares, curso 2012-2013, los estudiantes extranjeros que no obtienen el graduado escolar multiplican a los de nacionalidad española.

Si bien el incremento de la población inmigrada se dio en muy poco tiempo y tanto en Barcelona como en Catalunya se han diseñado y puesto en marcha programas y proyectos reconocidos dentro y fuera de España, el reto es conseguir la incorporación real de la diversidad; reconocerla y conseguirla es un proceso que involucra muchas dimensiones y variables. Una de estas dimensiones tiene que ver con las relaciones, con la interrelación individual e institucional de las personas migradas con otras personas y colectivos.

En las relaciones sociales se dan diversos tipos de discriminación (que no son patrimonio exclusivo de ninguna sociedad), por edad, sexo, orientación sexual, clase social, origen, adscripciones "raciales o culturales" que muchas veces se refuerzan mutuamente. Un tipo de discriminación es el racismo, que Bolzam define como "una violación de la idea de igualdad de derechos, ya que se trata de manera desigual a ciertas personas por el hecho de que se les atribuye una pertenencia étnica, religiosa o nacional que justificaría un tal tratamiento" El problema no es tanto la diferencia, sino el valor social que damos a esta diferencia, la jerarquía que se crea.

El racismo ha mutado de la diferencia biológica a la diferencia cultural: actualmente la justificación para discriminar y excluir pasa por argumentar homogéneas e inmutables características culturales, que convierte a los provenientes de otras culturas en sujetos inintegrables que no quieren asumir los valores y comportamientos de las nuevas sociedades de residencia. ¿Es posible pensar que los resultados obtenidos en la integración de inmigrantes se deben a las diferencias culturales o hay otras variables que pueden ayudar a entender la situación de un gran colectivo?

Hay formas de racismo sutil, cotidiano, difíciles de identificar y de combatir, porque están muy interiorizadas; frases como "no pareces una inmigrante" –visión asimilacionista- o la visión excluyente, que pone énfasis en el origen, o la percepción de otras formas de racismo latente denotan la valoración que se le da a la diversidad. Los discursos y la cotidianidad de muchas personas inmigradas genera en ellas resentimiento y/o aislamiento. Cuando de manera, muchas veces, bien intencionada todas las interrelaciones pasan por el origen de la persona, por la interpretación que se hace de su cultura de origen, tiene como aspecto positivo un reconocimiento a la diversidad, pero se niega el cambio cultural –de todas las culturas- y la individualidad, la capacidad de ser simplemente una persona, con la cual se tienen diferencias pero también elementos comunes, que nos unen, por ejemplo ser mujer, ser madre, ser joven, etc.

A pesar del panorama descrito, hay pequeños e invisibles actos de construcción de una sociedad diversa e inclusiva, pero que no se ponen en suficiente valor, tratar a cada persona desde la igualdad; como individuos, no solo como pertenecientes a una cultura de origen, ayudan a entender otros significados y a superar las visiones etnocéntricas, visibilizando a la persona con su historia, con su cultura, en su diversidad.

En el momento en que la relación pasa por ser con un sujeto individual, igual y diverso, es desde mi perspectiva, cuando se crean relaciones diversas y enriquecedores; en este tipo de relaciones hay un aprendizaje mutuo de reconocimiento y valoración la diversidad que aportan nuevos elementos para dar significados a la cotidianidad en un nuevo contexto y no perderse en el intento, sin dejar de ser sujetos individuales y culturales, sin que ninguno de los sujetos tenga que perder los códigos o filtros básicos que nos permiten entender el mundo y nuestro papel en él. Con lo anterior se resalta el valor de las redes en igualdad para construir opciones a esas violencias justificadas desde la óptica cultural, solo desde la diversidad de miradas y experiencias podemos aportar a las soluciones. Los diversos también podemos delinquir, pero también podemos ser amigos, etc.

El contacto en igualdad no lo es todo, pero es un aspecto que aporta mucho en la construcción de una sociedad diversa e inclusiva.

 

Gloria Elena Rendón es antropóloga de la Universidad de Antioquia (Colombia), máster en ciencias políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y con posgrado en Gestión de la inmigración (Universidad Pompeu Fabra) y en Participación y Desarrollo (Universidad Autónoma de Barcelona). Actualmente es coordinadora del Servei d’Atenció a Immigrants, Emigrants i Refugiats -SAIER- del Ayuntamiento de Barcelona.

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