¿En qué consiste hoy vivir? De acuerdo al mandato de la época, vivir consiste hoy en "tener una vida" que debe gestionarse con éxito. Esa es la verdad que organiza el mundo. Fabricar un sujeto utilitario. Para ello, hay que realizar un trabajo de racionalización empresarial del deseo, intervenir sobre la voluntad de realización de uno mismo, ese lugar en el que no se puede ofrecer resistencia. Hasta que se enferma.
La nueva llamada al orden de la sociedad actual exige de cada uno de nosotros el desarrollo de un espíritu emprendedor. Rendimiento y goce deben formar parte de un mismo dispositivo cuya finalidad es producir subjetividades del rendimiento ilimitado. Deleuze y Guattari ya analizaron en el Antiedipo los vínculos entre la economía política y la economía libidinal. Según estos autores, el capitalismo sólo puede funcionar si la economía libidinal (la producción de deseo del inconsciente), se incorpora en la máquina productiva. No hace falta reprimir el deseo del sujeto, sino provocar un desplazamiento. Capturar el deseo se ha convertido hoy en el auténtico motor del capitalismo.
El ejercicio de la nueva gubernamentalidad neoliberal -nos dice Jorge Alemán en En la frontera. Sujeto y capitalismo. El malestar en el presente neoliberal. (2014, Editorial Gedisa)-, necesita conectar al sujeto con un plus de goce, es decir, con la estimulación del deseo. En este sentido, el deber de rendimiento, la exhortación a la emprendeduría, debe coincidir con el deber de goce. En pocas palabras, el sujeto debe satisfacer el deseo a través del deber de rendimiento porque es en el rendimiento donde obtiene el plus de goce.
Todo esto podría parecer un exceso de interpretación psicoanalítica si no fuera porque el fomento del espíritu emprendedor planea sobre cualquier dominio de nuestras vidas: lean los preámbulos de las últimas leyes educativas, escuchen a los gurús del newmanagement empresarial (y de la administración del Estado), consulten la solapa de cualquier libro de auto-ayuda o de psicología positiva, etc. No hay afuera. No hay nada que nos permita distinguir la vida de la producción de valor.
El emprendedor "trabaja" su vida, la gestiona siguiendo criterios empresariales. Nuestra vida adquiere significado si está marcada por el capital. Nuestra vida es un contínuo proyecto, dice el filósofo Santiago López Petit en La movilización global (2009, Traficantes de Sueños). "Yo soy" significa "Yo soy mi propia marca (comercial)". Nos identificamos con estas marcas. Gracias a ellas, nos diferenciamos de los demás y, así, logramos posicionarnos en el mercado de la vida. En ese mercado, vendemos nuestras competencias. Invertimos en "capital humano" para "ganarnos la vida". Lo decíamos al principio. No hay otra manera de vivir, de "tener una vida". El grado de vulnerabilidad de cada cual dependerá del control que se tenga sobre la propia vida. No faltarán técnicas psi, coachers o gestores sociales dispuestos a acompañar esta vulnerabilidad. Porque la vulnerabilidad es individual. Solo conectamos con la de los demás en su radical aislamiento. Es así como nuestras vidas violentadas interiorizan el miedo y la precariedad existencial. Y, por supuesto, la obediencia.
No existe la sociedad -decía Margaret Thatcher, a quien le debemos estas alegrías-, pero sí el malestar social. ¿Qué estamos dispuestos a hacer con él?
Jordi Solé Blanch és Pedagog i Educador Social. Professor del Grau d'Educació Social de la UOC. Ha exercit com a educador en centres de protecció i en els serveis socials. També ha treballat com a pedagog en el EAIA del Baix Penedès. És autor de diferents publicacions acadèmiques i divulgatives. Amb l'Editorial UOC ha publicat Crítica, educació i acció política (2012); Etnografia per a educadors (2014) -juntament amb Gemma Celigueta-; Escenes d'educació social (2014) -coordinat amb Asun Pié Balaguer-, i Imaginaris de la joventut. Un recorregut històric i cultural (2015). És membre de LES (Laboratori d’Educació Social) de la UOC.
